ARTÍCULO ORIGINAL: ERIK HUPJE - TRADUCCIÓN POR: JULIO FLORES, PABELON 10 JULIO 2023
Trabajar en un entorno de mantenimiento altamente reactivo es extremadamente estresante. Imagínese estar atrapado en un ciclo interminable de caos, donde cada día trae una nueva crisis que manejar, y usted está constantemente tratando de averiguar cómo apagar incendios.
Esta es la realidad de muchos profesionales que trabajan en un entorno de mantenimiento altamente reactivo. La presión implacable, la imprevisibilidad y la creciente carga de trabajo pueden afectar incluso a los veteranos más experimentados.
Es por eso que, en este artículo, compartiré con ustedes mi viaje personal trabajando en un ambiente de trabajo altamente reactivo y cómo mi equipo y yo escapamos de él.
Trabajar en un entorno de mantenimiento reactivo
Recuerdo los días en que corría, combatiendo incendios. Persiguiendo piezas faltantes. Discutir con las operaciones para obtener acceso a los equipos. Preocupación por averías que podrían causar lesiones y millones de dólares en tiempo de inactividad.
Pero a pesar de todo el esfuerzo, no importa cuán “ocupado” esté en situaciones como estas, nunca verá el final de su lista de tareas pendientes. De hecho, sigue haciéndose más grande… Y más grande… Y MÁS GRANDE. Sin final a la vista.
Como resultado, su equipo trabaja muchas horas para terminar el trabajo, pero no sirve de nada. Todavía estás retrasado. Todavía bajo presión. Todavía estresado.
Esa era mi situación en 2005, cuando trabajaba en Filipinas y acababa de ser ascendido a Jefe de Ejecución de Mantenimiento. Por supuesto, estaba feliz con la promoción. Pero no tuve tiempo de celebrar.
Cada sistema que teníamos estaba plagado de problemas. Cada semana teníamos una nueva ‘emergencia’ que lo echaba todo por los aires. Y teníamos una gran acumulación de mantenimiento general y crítico para la seguridad.
El trabajo era interminable. La presión era inmensa. Y también lo era el estrés.
El punto de inflexión
Sabía que necesitábamos hacer algunos cambios serios si alguna vez queríamos salir de este círculo vicioso en el que nos encontrábamos. Necesitábamos una solución simple y fácil de implementar.
Fue entonces cuando tomamos estos tres pasos para mejorar nuestra confiabilidad:
En primer lugar, nuestro objetivo era mejorar nuestra productividad general. Para hacer esto, implementamos un cronograma semanal congelado, una revisión del trabajo atrasado y una sólida priorización de nuevas solicitudes de trabajo. Todas las órdenes de trabajo fueron identificadas, priorizadas y planificadas.
A continuación, buscamos formas de reducir nuestra carga de trabajo. Identificamos nuestros PM críticos, los mejoramos y eliminamos los muchos PM que no agregaban valor.
Finalmente, abordamos nuestras fallas repetidas buscando las causas fundamentales y eliminándolas sistemáticamente.
Intentamos implementar estos tres pasos secuencialmente, uno a la vez, pero la realidad significaba que no siempre era así. Si tiene una falla importante, no decide no hacer un análisis de la causa raíz porque está ocupado mejorando los PM; esos PM solo tienen que esperar unas semanas.
Pero lentamente, nuestros esfuerzos dieron sus frutos:
Había menos desperdicio.
Nuestra carga de trabajo se hizo más ligera.
Hacemos más cosas en un día.
La moral y los estándares de trabajo mejoraron.
Me sorprendió lo efectivas que fueron esas 3 mejoras simples.
Más tarde, me topé con la investigación de Winston Ledet que mostró que las plantas que implementaron estas tácticas podrían aumentar su tiempo de actividad en cerca de un 15 %. Esta experiencia y la investigación de Ledet finalmente influyeron en la creación de mi marco Road to Reliability muchos años después.
Comparto esta historia contigo porque quiero que sepas que no es imposible escapar de este círculo vicioso. Y no es caro. Puede hacerlo sin depender de costosos consultores o software sofisticado.
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