El proceso OMM para optimizar el mantenimiento

AUTOR: Pabelon

La pregunta del millón de dólares sobre el mantenimiento

En cada reunión de presupuesto, una pregunta inevitable surge en torno al mantenimiento: ¿Estamos gastando lo suficiente? ¿Estamos gastando demasiado? ¿Estamos gastando en las cosas correctas? Tradicionalmente, la respuesta a estas preguntas ha sido frustrantemente ambigua, a menudo basada en comparaciones con el año anterior, benchmarks de la industria o, peor aún, en la intuición. Esto convierte al mantenimiento en una caja negra, un centro de costos difícil de justificar y casi imposible de optimizar estratégicamente.

La consecuencia directa de esta falta de enfoque es un riesgo significativo para el negocio. Un mantenimiento insuficiente conduce a fallas no planificadas, paros de producción, accidentes de seguridad y clientes insatisfechos. Por otro lado, un mantenimiento excesivo o mal enfocado es un desperdicio directo de recursos—mano de obra, repuestos y tiempo productivo perdido—que impacta negativamente en nuestros márgenes.

El proceso de Optimización del Mantenimiento de Maquinaria (OMM), basado en la probada metodología de Mantenimiento Centrado en la Confiabilidad (RCM), está diseñado para abrir esa caja negra. Proporciona un enfoque de negocio, lógico y defendible para determinar qué actividades de mantenimiento son necesarias. Transforma el mantenimiento de un “gasto necesario” a una inversión calculada en confiabilidad y gestión de riesgos.

El valor de la estructura: ¿por qué un proceso formal?

Antes de explorar los 7 pasos, es crucial entender por qué la estructura del proceso OMM es tan valiosa desde una perspectiva de liderazgo:

  • Defendibilidad: Cada tarea de mantenimiento en el plan final puede ser rastreada hasta un modo de falla específico que busca prevenir y una consecuencia de negocio que busca evitar. Esto permite justificar el presupuesto de mantenimiento con una lógica de riesgo y retorno, no con suposiciones.
  • Eficiencia: El proceso elimina sistemáticamente las tareas de mantenimiento que no agregan valor (como las que se hacen “porque siempre se han hecho así”) y enfoca los recursos limitados en los riesgos más significativos.
  • Gobernanza y Consistencia: Asegura que todos los activos críticos sean analizados con el mismo rigor, creando un estándar de cuidado en toda la organización y reduciendo la dependencia del conocimiento de individuos clave.
  • Documentación y Conocimiento: Genera un conocimiento profundo y documentado sobre cómo nuestros activos fallan, un activo intelectual invaluable para la mejora continua y la capacitación.

Los 7 pasos del proceso OMM: un enfoque de negocio

1. Análisis de Criticidad: Enfocando el Esfuerzo donde el Riesgo es Mayor.
No podemos analizar cada tuerca y tornillo de la planta con el mismo nivel de detalle. El primer paso es una evaluación de riesgos a nivel de sistema que nos dice: ¿Qué activos, si fallan, tienen el potencial de dañar seriamente nuestra seguridad, el medio ambiente, nuestra capacidad de producción o nuestra reputación? Este análisis nos permite priorizar nuestro capital intelectual y financiero, aplicando el máximo rigor a los activos que representan la mayor amenaza o la mayor oportunidad para el negocio.

2. Análisis Funcional: Definiendo el Éxito.
Antes de poder hablar de “falla”, debemos definir qué significa “éxito”. Este paso establece los estándares de desempeño operativo que los activos deben cumplir para satisfacer las necesidades del negocio. No se trata de especificaciones técnicas del fabricante, sino de lo que la operación requiere: “producir 1000 unidades por hora con una tasa de rechazo inferior al 1%”. Esto alinea desde el principio el objetivo del mantenimiento con el objetivo de la producción.

3. Análisis de Fallas: Entendiendo el Riesgo.
Aquí es donde identificamos las amenazas. Para cada función crítica, preguntamos: ¿De qué maneras puede el activo fallar en cumplir su estándar de desempeño? Y más importante: ¿Qué sucede cuando falla? Este paso nos obliga a pensar en las consecuencias de la falla en términos de negocio (pérdida de producción, costos de reparación, impacto en la seguridad), lo que es fundamental para justificar las acciones preventivas.

4. Selección de Tácticas: La Decisión de Inversión.
Este es el corazón del proceso. Para cada modo de falla significativo, evaluamos la mejor estrategia de gestión utilizando una lógica de decisión basada en el riesgo y el costo. En lugar de aplicar una única solución, consideramos un portafolio de opciones:

 

    • Invertir en Monitoreo (CBM): ¿Podemos usar tecnología para detectar una falla inminente y planificar una intervención? Es análogo a un chequeo médico regular.
    • Invertir en Reemplazo Programado (UBM): ¿Es más rentable reemplazar un componente antes de que falle, basado en su vida útil conocida?
    • Aceptar el Riesgo (RTF): Si las consecuencias son menores y la prevención es demasiado costosa, la decisión de negocio puede ser dejar que falle y reparar después.
    • Invertir en Mejora (DI): ¿La recurrencia de la falla es tan costosa que justifica una inversión de capital para eliminar el problema de raíz?

5. Desarrollo de Tareas Detalladas: Definiendo el Alcance del Trabajo.
Una vez seleccionada la estrategia, se traduce en un plan de acción concreto. Esto asegura la estandarización y la calidad en la ejecución, definiendo qué se debe hacer, quién es el responsable y con qué frecuencia. Es la base para la planificación de recursos y la presupuestación.

6. Implementación del Plan: Poniendo la Estrategia en el Sistema.
Las tareas se integran en nuestros sistemas de gestión. Esto asegura que los planes no sean solo documentos, sino que se conviertan en órdenes de trabajo programadas, asignadas y rastreables, proporcionando una base para la medición del desempeño.

7. Ejecución y Mejora Continua: Cerrando el Ciclo.
El proceso no termina con la implementación. El paso final es crucial: ejecutar el trabajo, recopilar datos sobre su efectividad y utilizar esa información para refinar y mejorar continuamente nuestros planes de mantenimiento. Es un ciclo dinámico que asegura que nuestras estrategias de mantenimiento evolucionen a medida que nuestros activos envejecen y nuestras necesidades de negocio cambian.

Conclusión: Liderazgo para una Confiabilidad Rentable

El proceso OMM no es una iniciativa de mantenimiento; es una iniciativa de negocio que utiliza el mantenimiento como una herramienta para gestionar el riesgo y optimizar el rendimiento de los activos. Como líderes, nuestro rol no es aprender a realizar un análisis de vibraciones, sino comprender el valor estratégico de este enfoque.

Nuestra responsabilidad es fomentar una cultura que pase de la pregunta reactiva “¿Por qué falló?” a la pregunta estratégica y proactiva “¿Qué debemos hacer para asegurar que nuestros activos cumplan, de la manera más rentable posible, con lo que el negocio les exige?”. Al patrocinar y respaldar un proceso estructurado como el OMM, estamos invirtiendo directamente en la previsibilidad, la estabilidad y la rentabilidad de nuestras operaciones.